#Palabros: PESAUMBRE ENDEMONIÁ

PesaumbreSiguen brotando palabras y expresiones familiares de las que han ido perdiendo presencia (y audiencia, que diría una de mis cuñadas) en nuestras conversaciones a fuerza de no pronunciarlas. Eran los mayores los que la usaban, y el tiempo las debilita en el recuerdo. Tiempo y olvido siempre se confabulan.

Es el caso de la palabra “PESAUMBRE”.  En el ámbito familiar se cogían pocos disgustos, enfados, penas, amarguras o aflicciones;  se “tomaban pesaumbres”.   Quizá aunque de inicio palabras y expresiones pueden parecer sinónimas, no son iguales:  la “pesaumbre”, arranca de lo más profundo, sale de dentro, no es un disgusto cualquiera. La “pesaumbre” deja poso porque es un pesar muy grande, nubla el sol, pesa y tarde en irse, no es un disgusto cualquiera.

El diccionario de la RAE, recoge la palabra “Pesadumbre”, con seis acepciones, todas relacionadas y en torno al verbo pesar: “Molestia, desazón, padecimiento físico o moral” “Motivo o causa del pesar, desazón o sentimiento en acciones o palabras” “Riña o contienda con alguien, que ocasión o disgusto”.

Explorando a través de las redes, encuentro la palabra, con un uso muy extendido en Murcia y la Mancha, con el mismo significado pero en diferentes formas: “pesahombre”, “pesambre”, “pesahumbre”.

Al hilo de las “pesaumbres”, viene al recuerdo otra expresión:  “estar ENDEMONIÁ”, y la escribo en femenino porque siempre la escuché así y en boca de las mujeres de la familia. La expresión tampoco era un canto a la alegría; los demonios en general tienen mala fama, hablan de lo contrario al bien, la paz, la calma y la luz. Saber que teníamos a alguien “endemoniá” no presagiaba nada bueno, pero era un buen aviso de lo que podía llegar.  Tal vez “estar endemoniá” era sinónimo de familia numerosa, de trabajo, de casa, y de que todavía ni se pensaba en la futura “conciliación familiar”.

Dado que el glosario ha tomado estos derroteros tan alegres, añado otra de las expresiones “INRITACIÓN”. Resulta fácil deducir que cuando se “inritaban”, no solo se alteraban y enfadaban gravemente, también le pegaban una buena patada al diccionario; “irritación” (Según la RAE: excitar vivamente afectos o inclinaciones naturales. Irritar los celos, el odio, la avaricia, el apetito) sonaba demasiado culto y no definía adecuadamente la molestia que se expresaba.

“Pesaumbre”, “endemoniá”, “inritación”… un canto a la alegría cotidiana.

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