#Reseña: «EL RIO»

ANA MARÍA MATUTE. NordicaLibros. Madrid 2019. 160 pag. Ilustraciones de Raquel Marín.

“Un rio de oro que corre hacia algún lugar de donde no se vuelve, como la vida” 

Como si se tratara de las cuentas de un collar, en “El Rio”Ana María Matute engarza cuarenta y nueve cuentos cortos escritos al calor de la evocación del paisaje y el recuerdo de los escenarios de su niñez vivida en Mansilla de la Sierra  (Rioja), donde la autora pasaba los veranos con sus abuelos antes de que el pueblo quedara cubierto por un embalse.  Se trata de una edición muy cuidada bonita en la que acompañan los textos las ilustraciones (minimalistas) de la riojana Raquel Marín

El rio como metáfora de la vida; un rio que ya no es el mismo, porque el de la niñez quedó cubierto por el pantano.  Una vida y un rio no exentos de sufrimiento y muerte, aunque se iluminen con la luz de la mirada infantil.

Tras la apariencia de la bucólica infancia y la atmósfera de las correrías en los días de verano, con su magia, sus misterios, sus juegos, se vislumbra la mirada profunda y afilada capaz de diseccionar saltamontes a la vez que el alma humana; capaz de regalarnos un inmenso canasto de plantas, arboles, frutos, pájaros, insectos, usos y oficios, casi olvidados a fuerza de no nombrarlos.  La infancia no siempre es la inocencia en la que nos gustaría flotar.

Cada cuento tiene su intensidad y su interés, en todos se esconden perlas brillantes. Valgan dos textos a modo de ejemplo: 

“-Me tuve que untar los ojos de cebolla para llorarle. Y a ese Gran Animal, ¿para qué le vamos a poner cruz? Cuando yo me muera no habrá más remedio que tenderme a su lado. Pues bueno, si los hijos compran cruz para esta vieja, ya nos la repartiremos”. En “Gran animal”. 

“La mujer y los cuatro pequeños seguían detrás, en silencio, como animales que no abandonan a su dueño. (…). Pero aquellos cuatro niños pequeños, y la mujer, levantaron de pronto la cabeza y vi sus ojos, fieros y lejanos, duros. Eran los mismos ojos quietos de cristal negro de los zorros, de los gatos monteses, de los lobos y de todas las criaturas que son perseguidas, atrapadas y muertas”. En “Los carboneros”.

Tal vez Ana María Matute escribía los cuentos que hubiera querido que le contaran de niña; o tal vez, la curiosidad la empujaba a descifrar cómo viven los cuentos en los niños cuando los susurran los padres antes del sueño. 

Cuentos, historias contadas como si emergieran de lo más profundo de la experiencia humana. Realidad que se cuenta a sí misma.

“El Rio”, preciosa prosa, bonito libro, gozosa lectura. 

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