Diario Vírico (13): TRUEQUE, CULPAS Y CRIBA

Xelo

Covid-19: 26-3-2020

Décimo tercer día de confinamiento.  Amanece despejado. A mitad mañana salgo al portal a regalarme unos rayos de sol. Al mediodía vuelve a encapotarse el cielo.

Vuelve a casa el teletrabajo. ¡Cuantas historias personales! ¡cuantas necesidades urgentes!, ¡cuanta soledad! ¡Cuanta gente a la que la vida les ha venido siempre cuesta arriba, y el virus todavía se la hace más empinada!

Una amiga, me envía el audio de su intervención en un programa de A punt radio, en el que hablan del papel de las Trabajadoras Sociales en esta crisis, en el que han acabado unas palabras de una hoja de este diario. ¡Yo sí que me he emocionado al escucharte!

Esta mañana ha pasado por la calle un operario de la limpieza municipal (o eso he querido pensar yo), pero ha sido un visto y no visto. El sr. alcalde se había comprometido a que se limpiaran y desinfectaran todas las calles, incluidas las del casco antiguo, tan dejado de la mano y del interés municipal.  La operación de limpieza y desinfección en la calle ha sido un visto y no visto. El operario empuñaba un aparato aparentemente similar al que utilizan para ayudar a la máquina barredera y ha cruzado de una acera a otra como una auténtica centella. Así que me embarga una duda enorme respecto a que se haya limpiado-desinfectado la calle.

En las redes, algunos siguen echando la culpa del contagio masivo, casi en exclusiva,  a la celebración del #8M, en una versión actualizada del “cállate mujer” de Telémaco a Penélope que tan bien explica Mary Beard en su “Mujeres y Poder”. Querrán hacernos creer, que todo el país estuvo encerrado en su casa, conteniendo la respiración hasta que se celebró la manifestación.  No por repetir mil veces una mentira se convierte en verdad, por mucho que Goebbels se desgañitara en asegurarlo y tenga aventajados alumnos en el círculo de políticos patrios y vendedores de ideologías defectuosas. Tampoco creo que sea necesario que el feminismo tenga que seguir publicando argumentarios desmintiendo bulos tan evidentes.

A raíz del diario de ayer, una amiga se ofrece a coserme unas mascarillas y acercármelas a casa cuando pueda. Me he emocionado. Le propongo hacer trueque: las mascarillas a cambio de unos “tuppers” de lentejas. Creo que todavía salgo ganando.

El rey, Felipe VI, visita el hospital de campaña de IFEMA con sus correspondientes guantes y mascarilla. Pronuncia su discurso a metro y medio de distancia del séquito que le acompaña. No le encuentro más objetivo a la visita, en un momento en que todas las energías deben focalizarse en la emergencia, que la autopromoción de la corona, en un tiempo en las prioridades son otras. ¡No despistemos!

Nuevo tema de conflicto en el que de repente todos nos convertimos en expertos en comercio exterior: la compra de materiales de prevención al extranjero.  ¿Quién compró a quién?, empieza la caza al culpable.

Me pregunto “si cuando pase todo esto”, seremos capaces de distinguir y apartar a los que han trabajado y dado el callo para solucionar problemas pese a todos los errores que hayan podido cometer, de los que solo han puesto palos en las ruedas. Distinguir a los servidores de los vendedores de inconsistencias y mercachifles.

En las noticias dicen que en Italia han dado el alta, después de padecer coronavirus, a un señor de ciento un años. Y yo me lo imagino saliendo del hospital con el dedo índice erecto señalando al cielo, en un gesto de “Fuck you” a la enfermedad.

Hablo con amigas y familiares que trabajan en residencias de mayores. Me dicen, que la Consellería de Sanidad está enviando ahora a sus técnicos a realizar inspecciones a los centros. Ahora, cuando se las están viendo negras para evitar el contagio en el centro; para mantener el aislamiento de los ancianos, sin que la mayoría acabe de entender lo que está pasando (muchos piensan que son ellos los que contagian a quien los atiende); para aplicar la diversidad de instrucciones que les llegan de todas las administraciones; para atender a las familias que angustiadas quieren saber de sus mayores. Ahora, llegan los técnicos de sanidad, que no habían aparecido en años, a marear durante horas a gente que está completamente desbordada, y dando lo que no está escrito en sus contratos.

A cachitos hablo por teléfono con la familia. Es increíble cómo el wathsapp, y resto de sistemas de mensajería rápida, han conseguido que casi olvidemos las conversaciones telefónicas; que las hayamos sustituido por mensajes cortos repletos de emojis. Saboreo las voces con todo lo que cargan de cercanía y presencia.

¡Otro día! ¡Cuanta gente buena!

#QUÉDATE EN CASA. ¡Todo irá bien! > ¡Vamos a poder! > ¡Todo Pasa! > ¡Saldremos de esta!… pero no todos.

Fotografía:  contribución familiar, a la lucha contra el coronavirus. ¡Ánimo Xelo!

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Blog de WordPress.com.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: