Diario Vírico (5): SALIDA AL HOSPITAL

DiarioEnferermeras

Covid-19:  18-3-2020

La Guardia Civil pasa por la calle. En la puerta del horno, le preguntan a un señor que dice que viene de comprar la tarta que muestra en sus manos. Esa es la actitud, no dejar de celebrar nada.

La televisión nos regala una imagen inédita: el Presidente del Gobierno habla en un hemiciclo prácticamente vacío para apenas una decena de personas. Los diputados aplauden a la señora que limpia el estrado y los micrófonos tras cada intervención. Qué pena que el resto del año las limpiadoras sean invisibles en el Congreso y en la mayoría de los sitios. ¡Qué trabajo más desagradecido! Y qué pena siempre sean las mujeres las que limpian. El día que aparezcan los hombres limpiadores (pero de mocho y escoba) podremos empezar a pensar que se han dignificado los salarios y la valoración social de este colectivo tan maltratado. El diputado de Teruel Existe recita a Labordeta, habla de surcos, de cultivos y cierra con la palabra Fraternidad. Rufian habla de pretéritos y futuros. El Presidente habla de resilencia y de pobreza infantil ¿no nos da vergüenza aceptar esa realidad en un país que se dice desarrollado y democrático?

Comento con la amiga Carmen, la única que todavía llama al teléfono fijo, que hasta para quedarnos quietos necesitamos entrenamiento. En estas situaciones, se agradece que la vida nos haya obligado a entrenar con cierta antelación.

Hoy salgo de casa: voy al hospital, a por mi tratamiento mensual. Lo vivo como la oportunidad para explorar, para ver cómo lucen las calles vacías. A la ida apenas me cruzo con un par de personas. Impresiona el vacío. A la vuelta, los cazadores-recolectores han tomado de nuevo las calles. Varios perros pasean a varias parejas. Parece un día normal. El alcalde local dice que la policía sólo ha multado a cuatro personas. Será porque no han querido multar a más, ocasiones no les han faltado.

Por primera vez aparco sin problema en el parking del hospital (Lluis-Alcanyis, para más señas), hay plazas libres de sobra.

El hospital parece desierto, más silencioso que nunca, pasillos despejados. Los ascensores suben y bajan sin el colapso de otros días. Subo sola y dejo bajar sola a una pareja que sale de tratamiento en oncología. El personal va protegido con mascarillas y guantes, han precintado sillas alternas para que no nos acerquemos. Las salas de tratamiento de día de oncología están prácticamente vacías. Ojalá algún día puedan estar así definitivamente, sin que tenga que mediar ningún virus asesino. En la consulta, mantenemos las distancias, no nos saludamos como otras veces, no hay ni abrazo ni besos. Nos hablamos de lejos.  El día que nos demos todos los besos y los abrazos que llevamos guardando, el corazón no podrá dejar de dar saltos en varias semanas.  ¡Qué ambiente más distante y más raro! La sensación del silencio que precede a la catástrofe. ¡Cuantas gracias tenemos que dar por la sanidad pública que tenemos! Alguien ha repartido flores.

Para merendar ha tocado chocolate con buñuelos. ¡Qué raros son estos días, para que algunas acaben lanzándose a la repostería!

Una amiga que trabaja en la atención de los Sin-Techo en Valencia, me cuenta que los Servicios Sociales de la capital del reino, cierran los días libres falleros. La emergencia no es igual para todos.

Aplauso en la ventana. Cacerolada simultánea con el discurso del Rey: tarde y prescindible.

El ejército y las fuerzas de seguridad van ocupando tiempo en las noticias de la televisión, desplazando la información sanitaria. Ojalá no acaben llevándose las medallas de una emergencia en la que son los sanitarios los que se están dejando la piel, por cierto, el 75% mujeres. Los uniformes y los galones siempre lucen más que las batas. No comparto el aplauso generalizado.  Ya se verá.

Me pregunto si cuando pase todo esto, seremos capaces de romper con las inercias y aplicar todo lo aprendido.

#QUÉDATE EN CASA. ¡Todo irá bien!> Vamos a Poder > ¡Todo pasa!

Fotografía: Farmacia Hospital Lluís-Alcanyís. Tomada con autorización de las sanitarias.

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