#Palabros: CLISARSE

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Madurar implica dejar el útero familiar, salir al mundo, descubrir que más allá de los estrechos vínculos primigenios, existen realidades diferentes. Salir de casa implica darse cuenta de que afuera las cosas son distintas.

Ocurre lo mismo en relación a las palabras. Al salir descubrimos que cada casa tiene unos patrones propios de relación, de comunicación, de uso del vocabulario. Si además se suman procesos migratorios, las diferencias resultan todavía más evidentes.

Cualquiera que se pare a hacer el ejercicio puede encontrar palabras que antes solo había escuchado o pronunciado en el seno familiar. Eso es lo que me ocurre con la palabra CLISARSE, en el sentido de quedarse dormido. Una palabra habitual en la familia, que no había escuchado fuera.

Mi madre no dormía, ella “se clisaba”, podían ser horas de intenso ronquido, pero a sus efectos se clisaba, que venía a significar que se mantenía en un duermevela. Porque dormirse de verdad para ella,  era “quedarse traspuesta”.

La cuestión es que el “palabro” no aparece en el diccionario de la RAE, ni en el analógico de Julio Casares. En el de María Moliner, “clisar”, figura como técnica de impresión con clisé (del francés cliché), con lo cual tiene poco que ver con el tema que nos ocupa.

Pero buscando, localizo varios artículos, que me confirman que la palabra en cuestión es un “murcianismo” y teniendo en cuenta que mis padres eran murcianos es evidente que  el vocablo formaba parte de las raíces que arrastraron siempre con ellos.

Según estos mismos artículos, el término vendría del griego ekleipsis, y significaría desaparición, abandono, salir de uno mismo desaparecer.  Tal es el efecto de clisarse: dejarse ir, abandonarse, caer en una ligera modorra, dormirse a medias, quedarse entre sueños. De la misma raíz griega proviene también la palabra eclipse.

Parece que el término también se utiliza en Chile, pero con el significado de agrietarse o romperse la madera, o herirse la cara.  Y también se utiliza en la Rioja con el significado de «vidriarse los ojos de los muertos y los moribundos”; una acepción muy distinta, pero que conecta directamente con el dejarse ir y el eclipse griego.

En la particular consulta que realizo entre mis conocidos a propósito de la palabreja, compruebo, que las poquísimas personas que indican que la conocían y/o la habían utilizado, todas hacen referencia a Murcia, Almería y sus límites con Granada.  Y descubro una expresión asociada que no conocía “hacer un clis”: parece que se trata de una adaptación del concepto al “panocho”.

Me hubiera encantado llegar a la conclusión de que la expresión responde a un neologismo familiar, pero no; el remate es que son muchas las personas que, en esta orilla del mediterráneo se clisan o clisean o hacen un clis, aunque no tengan mucha conciencia de que están conectando con la cultura griega. En casa nos conformaremos con seguir sonriendo al recordar cada vez que la matriarca decía que solo se clisaba.

A fuerza de no usarlas, por el camino vamos perdiendo las palabras. Atrás quedaron las de los viejos oficios perdidos, las del mundo rural abandonado. Dicen que de las más de ochenta y ocho mil voces que recoge el diccionario, solo usamos habitualmente un promedio de trescientas. También es cierto que las palabras de la periferia difícilmente llegan al centro, difícilmente llegan a tomar sitio en los diccionarios y en las academias, ¡así nos va!.

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