Covid-19 15/3/2020
Primer día de confinamiento. Domingo soleado, apetece el paseíto hasta a mí, genéticamente proclive al estatismo.
La policía nacional pasa de lejos, por megafonía invita a los vecinos a regresar a casa. Desde aquí no se escucha bien. Algunas vecinas nos asomamos a las ventanas “ahora pasarán por aquí”. Pero por nuestra calle no pasan.
En el patio de vecinos de detrás, el confinamiento lo han entendido como la ocasión para salir a conocerse, confraternizar, que los niños correteen y compartir sus terrazas. Al medio día llegan amigos y familias a tomar el aperitivo y hacer la paellita, así todos juntitos, aprovechando que tienen terraza. Una vecina sale a protestar por el correteo de los niños de patio en patio.
No tiene que resultar fácil confinarse con niños, menos si no se tiene práctica ni la suficiente paciencia. Los niños me gustan a pequeñas dosis, incluso los míos, y a ser posible lejos de la mala influencia de sus progenitores y gestantes.
Vecinas hablando de balcón a balcón. El humor y la creatividad se desparrama en forma de memes.
Concluyo “La Metamorfosis” de Kafka. No es que se diga un libro alegre, pero tiene su relectura para el momento que vivimos: el confinamiento junto con la falta de higiene puede llevar a la deshumanización… y a la muerte (física y social).
Gente que se da su paseíto o van de excusión. Señores que han salido a explorar. Coches cargados que van de domingo. Gente que entiende que las normas no van con ellos. Anómicos se llaman los sin-normas. En castellano en ocasiones también se puede traducir por “gilipollas”. Esta es una de esas ocasiones. Son los que anteponen sus propios ombligos a cualquier consideración, los eternos narcisos que creen que el mundo solo es un espejo que existe para reflejarse ellos mismos. Y después están los tontos, los que no dan para más, los que están porque tiene que haber de todo.
A estos anómicos y tontucios, (y en este caso no utilizo el masculino inclusivo) mi abuela que no era mujer de medias tintas, les hubiera dejado caer un “mala bomba te caiga”; otra prójima más cercana en el tiempo es más de: “ya os cojan unas cagaleras que tengáis que gastar todo el papel que habéis comprado”. Una maldición a tiempo siempre es una buena válvula de escape, la evolución humana solo las ha sofisticado.
Perdonad, pero con tanto confinamiento por alguna espita hay que sacar la indignación. Si no hubiera sido educada en colegio parroquial, maldeciría más a menudo, y estaría gritando “gilipollas” todo el día por el balcón. ¿Qué no han entendido del #QUEDATEENCASA? ¿Tendrán que detenernos para que cumplamos?
Escucho a Rozalén en directo a través de Facebook: canta “la Belleza” de Aute. ¡Qué belleza la música y los músicos, que la esparcen desde sus ventanas! ¡Que grandes las redes sociales que nos aíslan y nos acercan tanto! Paradigma del día.
Las autoridades se reúnen en videoconferencia. Rueda de prensa televisiva: en pantalla cuatro ministros rodeados de uniformes. Contundente puesta en escena. Demasiados uniformes. La cosa va en serio.
Ruido, mucho ruido. Acaba el primer día de interpretación de la norma.
#QUEDATE EN CASA. ¡Todo irá bien!
ÚLTIMA HORA: Recibo un texto de una gran amiga y profesional de la psicología que me desmiente en mi ¡todo irá bien! y me sugiere un ¡Vamos a poder!
Con su permiso comparto el texto, porque creo que es muy útil su reflexión.
VAMOS A PODER
Covid-19, coronavirus, pandemia, afectados, muertos, afinamiento… son las palabras que más estamos oyendo estos días en la televisión, la radio, la prensa y las redes.
Cada uno afrontamos la situación como podemos: unos más creativos haciendo memes, otros descansando, viendo películas, oyendo música, leyendo, redescubriendo su propia familia, su hogar y asimismo, a veces abandonados. Otros preocupados, angustiados, viendo nuestro futuro incierto, nuestra economía en quiebra y nuestra salud en riesgo.
Los hay quien también entramos en crisis, que nos empezamos a revisar y nuestro difícil equilibrio emocional se rompe. Todo hasta aquí es normal, pero… ¿ahora qué?
Ahora vamos a poder, vamos a poder afrontar esta crisis, vamos a poder salir juntos.
No, no va a salir todo bien, no, no podemos decir que va a salir bien cuando está muriendo gente, que ni se le puede velar. No puede salir todo bien cuando hay mucha gente enferma, sufriendo y arruinada. No puede salir bien cuando la economía mundial está en riesgo de recesión y más de 150 países afectados.
No puede salir bien cuando estamos en situación de alarma nacional. No puede salir bien cuando estamos perdiendo tanto… pero vamos a poder.
Vamos a poder acabar con esta situación desde el compromiso mutuo, desde la Responsabilidad, desde la solidaridad y la empatía. Vamos a poder soportar el afinamiento, la tristeza, la soledad y el desespero.
Vamos a poder recuperar la normalidad y salir de esto.
Vamos a poder porque como, me enseñáis cada día los pacientes oncológicos que me permitís acompañaros, sale de nosotros mismos una fortaleza que ni nosotros mismos sabíamos que poseíamos.
Y como vosotros bien sabéis, no se trata de estar fuertes, valientes y contenidos. Lloraremos como estamos llorando, cuando lo necesitemos y seguiremos adelante.
Y seguimos adelante perdiendo mucho, y mucho que vamos a seguir perdiendo. Nos vamos a encontrar con parejas rotas, con tensiones familiares, con hijos desafiantes, con familias enfrentadas, con personas en crisis que creen que lo mejor es acabar cuanto antes, con pensamientos suicidas, gente con mucha dificultad para poder aguantar esta tensión.
Todos somos conscientes de que va a ser difícil y tenemos ante nosotros el peor de los sentimientos “la incertidumbre“, pero seguiremos adelante con fortaleza y confianza respetándonos en esencia.
Vamos a poder porque:
Vamos a tender la mano y pedir ayuda,
Respetar y ser respetados,
Cuidar y ser cuidados,
Hablar y ser escuchados,
Escuchados y entendidos,
Entendidos y apoyados,
Vamos a poder.
Porque otras veces hemos podido. Hemos pasado otras crisis, económicas, políticas, sociales… y hemos vencido. Vamos a poder recuperar la normalidad, los trabajos perdidos, los comercios llenos, la gente en la calle y las rutinas que nos devuelven el equilibrio.
En estos días en que la mayoría deambulamos por nuestras casas con pijamas o ropas cómodas, estos días, que los espejos nos reflejan lo efímero de nuestros cuerpos, tenemos ocasión de mirarnos por dentro y pensar qué podemos aportar cada uno de nosotros a este mundo, a esta circunstancia, a nuestras familias, amigos, desconocidos, compañeros y demás.
¿Qué legado queremos dejar? ¿Qué mensaje transmitir? ¿Qué valores compartir?
Es momento de compartir, de convivir, de entendimiento y de introspección. Vamos a poder porque no se trata de dejar pasar sino de poder… poder, poder.
Montiel Chelet Marti.
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