Hoy 4 de febrero, es el Día Mundial contra el Cáncer. Hoy se llenan las redes, de lazos, de velas, de mensajes de ánimo. Somos muchísimas las personas que miramos al cáncer a los ojos, bien directamente o a través de las personas a las que queremos, a veces, incluso de las dos maneras. Al cáncer solo lo miramos en serio cuando se acerca demasiado.
Hay tantos cánceres como personas enfermas somos, tantos, como circunstancias se pueden dar en la vida. Y cada una lo vivimos como sabemos y como podemos; con las fuerzas y las herramientas que tenemos nosotras y las que nos ofrecen los que nos rodean. Y siempre en las manos del personal sanitario que nos toca en suerte, ¡lástima que también en esto cuente tanto la suerte! ¡Y qué suerte tener una sanidad como la que tenemos!, y encontrar profesionales tan grandes, que a veces solo ellos soportan el mayor esfuerzo de la calidad de la atención que recibimos.
Quizá por eso me molesta tanto ese lenguaje de valientes, héroes y heroínas, luchadoras, guerreros… Y me molesta especialmente esa frase que a veces escuchamos o leemos “perdió la batalla contra el cáncer”. ¿Acaso es perder la batalla hacer frente al cáncer? ¿Acaso son perdedores los que desesperan?, ¿los que bajan los brazos?, ¿los que desisten de vivir?, ¿los que no van por la vida como si no pasara nada, sonando como castañuelas? ¿Qué batalla pierden entonces las personas que mueren por la enfermedad?. Ninguna.
La única batalla que no deberíamos perder nunca, es la de la dignidad, la de vivir en dignidad hasta el final. Y en esa todos tenemos un papel, aunque solo sea exigir a los que tienen algún nivel de responsabilidad que creen espacios dignos para la atención, promuevan la investigación (y su retorno a la sanidad pública), incentiven, valoren y formen a los profesionales sanitarios, dignifiquen y humanicen la sanidad pública, faciliten las condiciones de vida de las personas que hacen frente al cáncer. Aunque solo sea perder el miedo a nombrar la palabra cáncer.
No soy de lazos, ni de velas. Me quedo con el abrazo fuerte a la gente que quiero y con la que comparto la experiencia de afrontar el cáncer. Me quedo del día de hoy con dar las gracias a todos los profesionales de la oncología. Vaya hoy mi reconocimiento y gratitud a las personas que componen el servicio de Oncología del Hospital “Lluis Alcanyis” de Xàtiva.
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