CIELOS CERRADOS

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En 2010, se produjo la crisis de los controladores aéreos en España, lo cual tuvo como resultado el cierre del espacio aéreo durante los días 3 y 4 de diciembre.    De la experiencia  de «secuestro» durante varios días en  El Salvador, surge este relato. El inicio del juicio me lo ha recordado.

El amanecer del Sur, no tiene nada que ver con nuestro amanecer. El sol y la luz no duermen  nunca. Madrugan, despiertan de golpe. Son las seis de la mañana y parece mediodía.  Aquí no necesitas despertador, ya se encargan los tucanes y los loros de no dejarte dormir.

No me viene mal levantarme pronto, anoche no pude preparar la maleta, ¡me pasé con el ron. Donde esté el Flor de Caña o el Zacapa, que se quite el Brugal que nos venden en España.  Siempre me paso con el ron. Me apetecía celebrar con la  gente la despedida, no volveré en unos meses y quería algo de fiesta con ellos. Al fin y al cabo, ya estoy más aquí que con mi familia.  No sé si es el hielo picado, o que te dejan las botellas para que te sirvas tú misma “a poquitos”, pero el cubalibre salvadoreño me sabe distinto. Apechuga con la resaca Marina.

A las doce tengo que estar en recepción para aprovechar el “transfer” del hotel. Estoy a tiempo. Esta vez, voy bien de equipaje, solo maleta de mano y mochila. Con un poco de suerte, embarco rápido, y duermo a pierna suelta, a ver si se me va este dolor de cabeza antes de llegar a casa. ¡Qué ganas de ver a la gente!. No tengo mucho tiempo, entre la tarde y mañana tengo que organizar todo lo que quede pendiente. Menos mal que Andrés se ha hecho cargo de los flecos que quedaban sueltos.

Me dolió que acabáramos discutiendo por este viaje. Siempre discutimos por todos los viajes. Si por él fuera dejaría el trabajo. Dice que le molesta que esté tantos días fuera y tan lejos, pero en el fondo, le gustaría tenerme en casa todo el día, y que salga a  recibirles con sus zapatillas. Mis padres tampoco estuvieron muy finos poniéndose de su parte.  Es verdad que viene apurado, pero no tenía mucha elección. Si me voy a coger unas pequeñas vacaciones, tengo que dejarme funcionando y bien organizado el proyecto. Creo que ya no puedo vivir sin viajar. Me ahoga la rutina. Tampoco le des más vueltas Marina, esta bronca la vas a tener siempre.

– Señora, el vuelo a Madrid está cancelado.

– ¿Cómo que cancelado? ¿Será una broma no?.

– No señora, el avión que tendría que  haber llegado a las dos no ha salido de origen y no está previsto que salga hoy.

– ¿Pero cómo que no ha salido? ¿Y entonces a qué hora va a salir?.

– Señora, parece que hay problemas en el Aeropuerto de Barajas y han cerrado el espacio aéreo español.

– Pero, vamos a ver, yo tengo que llegar a Madrid. Tengo que estar el domingo en Madrid.

– Lo siento señora. Nos comunica la compañía que una vez solucionado el problema, se precisará un día más para normalizar los vuelos. El avión en el que usted debe viajar no está aquí, tiene que llegar de origen.

– Pero tengo que llegar antes del domingo a Madrid, ¿no hay otros vuelos?.

– Con esta compañía no, señora. Quizá podría consultar en DELTA, la posibilidad de volar hoy  a Atlanta o Washinton y desde ahí ver si tiene acceso a un vuelo a su país. Precisaría la Autorización de Viaje USA (ESTA) y en todo caso, tendría que esperar también avión de origen. En cuarenta minutos les recogerá el transfer para llevarlos de vuelta al hotel hasta que podamos comunicarles disponibilidad de vuelo.

 

– ¿Si?

– Andrés.

– Hola Marina.

– Estoy en el aeropuerto de San Salvador. Han cancelado mi vuelo, no puedo volver para el domingo.

– Lo sé, estamos siguiendo la información por la televisión y hemos llamado a IBERIA. Está colapsada. Ha abierto una página en Facebook, para informar desde ahí. Tu padre está pegado al ordenador.

– Lo siento, de verdad, no podía imaginar que esto pudiera pasar.

– ¿Estás bien?

– No me acabo de creer lo que está pasando. Es como si me hubieran secuestrado.

– He llamado a la parroquia para anular la boda, y al salón de banquetes.  Pagaremos el 80% de lo contratado. La gente está llamando, para darse por enterada de la situación.

– De verdad que lo siento… ¿Andrés?.

 

 

 

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