Como pasa con casi todo en la vida, cada una vive la navidad como puede, como sabe, como quiere, como le dejan.
A mí, de siempre, me gusta especialmente la navidad, quizá porque va unida a todo lo que significa familia. Me gusta con todo, incluidos sus excesos y sus apreturas, sus alegrías, sus nostalgias, su dolor por las ausencias, su espumillón, sus miserias, sus niños de San Ildefonso, sus comidas copiosas, sus soledades, sus reyes magos.
Pese a mi creciente agnosticismo colecciono nacimientos, con María, José, el niño Jesús chiquito; si además se acompañan de mula, buey y reyes magos, pues mejor que mejor. Y me apasionan los villancicos, ¿qué le voy a hacer? asumo mis contradicciones.
Quiero pensar la navidad como el éxito de la ternura, el deseo colectivo de felicidad, de llamada a compartir. Me gusta la navidad, en lo que tiene de fiesta, de ternura, de familia, de compañía, de regalo, de solidaridad (de quita y pon, quizás, pero solidaridad) de mesa compartida, de excepción, de deseos de felicidad, de encuentro, de esperanza, y de todos los significados positivos con que la queremos cargar. ¡llamadme “happy flower” si queréis!
¡NAVIDAD FELIZ, FELIZ VIDA!, eso os deseo.
Con eso me quedo.
BON NADAL!
Moltes gràcies Marí C. Bon Nadal !!!!!
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Y qué inteligente es asumir las contradicciones!!!
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