«El balcón de invierno». Luis Landero. Tusquets. 248 pag.
“El balcón de Invierno”es uno de esos libros que te encuentran y provocan que te encuentres con los otros: en lo que vivieron; en lo que recuerdan; en lo que anhelan; en su relación con las palabras y los libros; en el descubrimiento de que la tierra que pisas, no es el centro del mundo; en la experiencia inolvidable de que te atrapen las palabras y ya no te dejen vivir tranquila.
Se trata de un relato autobiográfico del autor, Luis Landero, en el que puede parecer que no pasa nada, mientras está pasando toda una vida. En el texto, el autor vuelca la experiencia de su peripecia familiar, vital y literaria y sus recuerdos, a la vez que perfila el retrato de una época, de una tierra, de un país, de una generación que tuvo que dejar su terruño para emprender el camino de la migración interior en pos de la promesa del desarrollo o por lo menos, de un horizonte más halagüeño.
El libro, pese a las distancias geográficas, temporales, sociales, etc., tiene la capacidad de evocarnos lugares comunes a los que somos hijos de esa generación; a los que provenimos de familias pegadas a una tierra tacaña y seca que un día les obligó a emigrar y nunca pudieron quitarse de encima la añoranza contradictoria del paraíso perdido, que quizás solo permanecía en sus raíces.
De la lectura me quedo con el tono personal, el sosiego del relato, la belleza de la prosa, la descripción de las tierras extremeñas, la riqueza de un vocabulario casi olvidado, la ternura y una frase: “un grano de felicidad, un mar de olvido”.
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