«Infancia» J.M. Coetzze. Edit. Mondadori. 120 páginas.
“Infancia” es uno de esos libros que lees porque entra en los deberes de clase y te acaba gustando, aunque en las primeras páginas no deja de asaltarte la tentación de abandonar. No es una lectura sencilla ni amable a primera vista. Vas cogiendo el gusto conforme avanzas. No es alegre, pese a que todos podemos esperar, o desear, un punto de alegría en toda infancia.
El autor, J.M. Coettze, Premio Nobel de Literatura en 2003, novela, en un relato contado en tercera persona, su propia infancia en la Sudáfrica de los años 50, coincidiendo con el latido del Apartheit.
En el libro encontramos la mirada de un niño, a una madre a la que no soporta, quizá por excesos más que por defectos, a un padre pusilánime al que desprecia; al sentimiento de no pertenencia y la exigencia personal como requisito para sobrevivir; a una sociedad en la que católicos, judíos y musulmanes no se mezclan, como no lo hacen blancos y negros: la religión, la etnia y la lengua como elementos de exclusión social. Sólo el amor a la tierra salva al autor de su aburrimiento, ¿hastío?, vital.
Del libro me quedo con la prosa, con la mirada crítica, con el horizonte amplio de África, y con la curiosidad que despierta respecto a la sociedad afrikáner.
No había leído nada de Coettze. Pese al Nobel, no lo conocía. Paseando por una librería, en Cartagena, para más señas, encontré otro libro suyo “Desgracia”. Lo compré.
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