A VUELTAS

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No sé si es la rotonda de la que habla la amiga Coto… pero de vez en cuando no viene mal dar alguna vueltecita de más hasta encontrar la salida que necesitamos.

No, no fue una casualidad. Quizás es de las pocas cosas en mi vida que no han sucedido por casualidad, por ese fluir vital al que te ves abocada, sin que llegues a descubrir nunca ese sentido que todos necesitamos para vivir, o al menos eso es lo que nos han inoculado. ¡Como si fuera tan fácil, encontrar un sentido!.

Discutimos un rato largo, como siempre, una de esas discusiones en las que acabas diciendo más de lo que quieres y tienes que escuchar todo lo que ya imaginabas pero has intentado evitar siempre.  Nos gritamos, gesticulamos, él tiró algo al suelo, y yo le tiré a él todo lo que me vino a la mano.  Hicimos inventario de todos los agravios, las quejas, los desengaños, las deudas, los fracasos, las perdidas, los olvidos, los duelos silenciosos y nos lo escupimos todo como si en vez de palabras disparáramos con balas de plomo.

No sé cuanto tiempo estuvimos así, hiriéndonos a palabra limpia, destrozando lo poco que podíamos tener ya en común.

Salí de la casa pegando un portazo y dejando poco margen de dudas sobre las posibilidades reales de que en algún momento yo pudiera volver a atravesar aquel dintel.   Y por primera vez, saqué del garaje el coche bueno, el que pagábamos a medias, pero yo sólo usaba como copiloto. Me regalé el lujo de tomar posesión de algo que también era mío. Arranqué, escuché el rugido del motor…, aceleré.

Entré a toda velocidad en aquella rotonda. Quizás la había cruzado miles de veces, y sin embargo esa noche me resultó completamente nueva, inmensa, abierta. Y empecé a dar vueltas, y vueltas y más vueltas.

Tuve la sensación de sentirme libre por primera vez en muchos años.  Podía decidir. El tiempo era mío, no tenía al lado a nadie que me dirigiera, que me diera instrucciones, que tomara decisiones por mí, que me indicara la ruta, que me gritara una salida. Por primera vez ¿después de cuantos años?. ¡Yo que sé!, ¡una eternidad de aburrimiento!.

Y quise disfrutar el momento, ¡y vaya si lo hice!.  No me importaba nada que no fuera yo misma, y el puro placer de decidir a mi ritmo, sin agobios.  ¡el momento y el espacio eran míos!,¡y el coche, el coche también!, ¿me entienden lo que les quiero decir?.

¿Por qué salir a la primera vuelta? ¿por qué elegir una salida si todas las opciones estaban abiertas? ¿por qué no disfrutar de aquél tiovivo en coche de lujo?.

¿Cuánto tiempo estuve allí? No lo recuerdo. El tiempo es tan relativo, tan difícil de medir a veces…

¿Y después?.

Después volví, estampé el coche en el garaje y respiré hondo.

Siniestro total. Valió la pena.

Ya nada fue lo mismo.

14-12-2017

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