Alguien lanza un twit a modo de anzuelo: “Escribe un microcuento a partir de esta foto”. Caigo rápidamente en la tentación.

No tendrá problema en deshacerse del arma, pero la sangre es otra cosa. Con todos los años de profesión que lleva a su espalda (profesión de mierda la suya, por cierto) y de currarse crímenes de todo tipo, lo más útil que ha aprendido hasta la fecha, es que no hay sangre que resulte fácil de limpiar.
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