La siguió a cierta distancia comido por la inseguridad, intentando no perderla entre la muchedumbre que abarrotaba las aceras ultimando las compras de navidad, cargada de bolsas, saturada de ruido.
Temía que le descubriera. Ni él mismo podría explicarse por qué lo hacia. ¿Qué responder?
Ella caminaba deprisa, imponente sobre unos tacones, que parecían elevarla sobre el resto de los mortales.
Buscó acercarse, acortar distancia, decidirse.
Temía no encontrar las palabras apropiadas, temía molestarla, mostrarse como un patán, como un desconsiderado.
La vio encaminarse hacia la boca del metro. Ahora o nunca, pensó.
Señora vaya con cuidado, lleva el bolso roto, le dijo balbuceando mientras señalaba con el índice el boquete.
Ejercicio en torno a un «Bolso Roto»
6/06/2018
CUADERNO DE UNA SETA 
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