Malditas la imprevisión y la chapuza. No hay tiempo para quejas. Prisas, carreras, ruido.
Ruidos de todo tipo invaden la escena: sonidos metálicos, focos que se elevan, tablones que golpean el entarimado, sillas que chocan unas con otras mientras las ubican en el escenario, atriles que vuelcan y suenan a madera y a metal, siseo de cortinas. Ordenes que cruzan a gritos todo el espacio, risas, tacos, golpes, ruidos y más ruidos.
Un silencio inmenso lo invade todo, suenan tres toques leves de batuta, un violín llora.
3/2/2017
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