MUÑECAS ROTAS

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Dos parejas suben a la nieve. Una de las mujeres sufre una caída y se rompe las dos muñecas. Ella y su marido dejan el fin de semana a medias.  ¿Cómo sigue la historia?

Las carreteras estaban heladas y tuvieron que esperar a la mañana del domingo para recogerlos en la estación de esquí, a ella con las dos muñecas rotas, a él enfadado por el gasto que no podían disfrutar.

En apenas cuatro horas consiguieron llegar a casa, después de un viaje infernal, en el que la nieve dificultaba el desplazamiento tanto de los que querían llegar a la estación de esquí, como de los que querían salir de la ratonera en la que se había convertido.  Las perspectivas de unas pistas repletas de nieve, provocaron la afluencia masiva de amantes del deporte blanco, con todos los inconvenientes que ello acarreaba para gestores y usuarios.

La llegada a casa, estuvo envuelta en la queja permanente de ella. Una sarta de  lamentos a ritmo de letanía.

– ¿Tanto te duele? – le preguntó él intentando aplacar el mal humor que empezaba a consumirlos.

– No me duelen las muñecas –  Le respondió enfadada mirándole con todo el desprecio que le vino a los ojos.

– Entonces ¿por qué no dejas de quejarte?, me estás agobiando – Nada más pronunciar su reproche, supo que había cometido un error. Le había servido en bandeja a su mujer una pregunta, de la que prefería no obtener respuesta.

– Me quejo porque quiero. Me quejo porque me duele el alma. Me quejo porque no tuve suficiente coraje para decirte que no me daba la gana de ir el fin de semana a la nieve, que no me apetecía, que no me gusta esquiar, que no me gusta el frio, que no me gusta estar un fin de semana tirada en la montaña.  Me quejo porque sólo piensas en ti, en lo que te gusta a ti y a tus amigos, porque no eres capaz de darles un no nunca. Me quejo porque voy a tener que estar ocho semanas dependiendo de todos, para todo. Me quejo porque me enfada depender de ti, o que tenga que venir mi madre a ayudarme. Me quejo porque tendré que pedir la baja, y a la cabrona de mi jefa no le va a hacer ninguna gracia, ¡buena es ella! ya tiene una excusa más para despedirme, que es lo que lleva buscando hace tiempo. Me quejo porque dentro de unas semanas se casa mi  mejor amiga, y yo no voy a poder ayudarle en nada, ¡menuda  boda voy a pasar con los dos brazos escayolados!.  Me quejo porque todo me pasa a mí.  Me quejó porque me da la gana. Me quejo porque quiero.  ¿Tienes suficientes motivos o te doy alguno más?.

El silencio ocupó la casa durante horas como única respuesta a la catarata de reproches que se había desbordado empapándolos a los dos.

En la comida apenas intercambiaron las cuatro frases y  los monosílabos necesarios para dar y recibir ayuda en las operaciones que las muñecas rotas impedían.

La televisión amortiguaba el silencio.  Una noticia de última hora, interrumpe la monotonía del telediario:

– “Hace apenas unos minutos se ha producido un grave alud de nieve en las pistas de la estación de esquí de Pirineo.  En estos momentos los equipos de salvamento proceden a evacuar la estación y a rescatar a las personas que puedan estar sepultadas bajo la nieve. Todo hace presagiar que el número de víctimas será elevado debido a la alta ocupación de la estación durante este fin de semana.  Las autoridades recomiendan no circular por la zona a fin de facilitar las tareas de evacuación y salvamento”. 

No esperaron a completar la información. Se miraron.  Ella le señaló el teléfono con las muñecas vendadas.  Él llamó.

Al otro lado nadie contestó la llamada.

24-01-2018

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