En mi acera, casi delante de mi puerta, hay una señal de prohibido aparcar, aparcada y olvidada desde el mes de septiembre del presente.
Vino al carrer Blanc para las fiestas. Pasadas las fiestas se quedó plantada en el mismo sitio. Pasmada, sin ánimo de moverse.
Su presencia se ha hecho tan habitual que ya nadie la toma en serio.
Yo la entraría a casa si tuviera sitio para ella, ¡para algo servirá algún día!. Hasta las señales deberían tener derecho a un techo.
Me dicen que la policía local tiene un vehículo nuevo, con caja reforzada para transportar señales. Temo que algún día vengan a por ella.
Algún vecino le pone agua…
Lo entiendo, ya es una vecina más.
CUADERNO DE UNA SETA 
Ya ha vuelto a «casa»?
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No, sigue en el mismo lugar. Se ha movido un par de metros. Pero sigue ahí, sin que vengan a por ella.
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